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La selección azzurra certificó su pase a la fase final de la Liga de Naciones tras terminar con el sueño de Hungría (0-2) en un partido a todo o nada en el que la buena actuación colectiva de la ‘azzurra’ quedó opacada por la individual del meta Gianluigi Donnarumma, clave en la segunda mitad para mantener el marcador.
Italia logró la clasificación en el ‘grupo de la muerte’ de esta Liga de Naciones, algo muy importante de cara a la Eurocopa 2024 y a la posibilidad de disputar un título en 2023 para seguir con la reconstrucción. Un grupo que estuvo liderado hasta el final por la sorprendente Hungría, un combinado que puso en jaque a Alemania e Inglaterra, pero que no pudo con Italia, que no estará en el próximo Mundial de Qatar 2022.
El partido por una plaza en la ‘Final-four’ de esta Liga de Naciones comenzó tranquilo. Hungría e Italia se midieron bajo la tormenta de voces que alentaba a los jugadores húngaros a luchar para no despertarse del sueño que estaban viviendo en el Puskas Arena, con su selección a menos de 90 minutos de entrar en la fase final del campeonato, habiendo dejado atrás a tres ‘grandes’ como Alemania, Inglaterra e Italia.
Pero el sueño empezó escaparse de entre las manos de los locales a pocos minutos de que se cumpliera la media hora de partido, cuando un error en la fase de construcción salió demasiado caro. Nagy recibió el balón ya en malas condiciones y presionado, pero su cesión de primeras sobre el meta Gulacsi, sin tensión y dirigida a portería, fue lo que desencadenó el gol de la ‘azzurra’. Gnonto, la joven promesa italiana que juega en el Leeds inglés, se adelantó a Gulacsi y dejó el balón muerto en el corazón del área, justo donde apareció para abrir el marcador y despertar a Italia el que hace tan solo tres días fue el verdugo de Inglaterra. Dos goles clave de un Raspadori que exhibe firmeza con Italia y con el Nápoles.
Italia pareció hacerse dueña del ritmo de partido, aunque el plan de Hungría fue el de esperar ordenada en busca de contras rápidas orquestadas por su estrella Szoboszlai, del Leipzig, en el ataque. La solución más frecuente para hacer daño y evitar la maraña de piernas húngaras fueron los balones en profundidad sobre los carrileros Dimarco y Di Lorenzo. Este último, de hecho, a punto estuvo de poner el 0-2 con una jugada preciosa en la que controló con el pecho, se hizo hueco en la frontal y disparó, rozando el palo, con pierna mala.
El único susto real que dio la selección de Hungría, entrenada curiosamente por un italiano, Marco Rossi, fue una salida en falso de Donnarumma que bien pudo suponer el empate pero, entre el barullo de jugadores, el remate local se marchó desviado. Esta salida de ‘Gigio’ fue su única mancha de la noche. Salió tras el descanso Hungría dispuesta a encontrar un empate que la clasificara a la fase final. Sin miramientos y sin especular se volcó en los primeros cinco minutos del segundo acto sobre la puerta italiana y gozó de la ocasión más clara del partido, pero comenzó entonces el ‘show’ del portero del Milan. Emergió la mejor versión del gigante Donnarumma bajo palos, que blocó hasta en tres ocasiones los disparos de los locales en lo que fue una acción de valor gol, demostrando unos reflejos al alcance de unos pocos que frustraron al combinado húngaro.
El Puskas Arena revivió entonces al ver a su equipo poner contra las cuerdas a Italia y luchar por el objetivo. Volvió la tormenta de voces y cánticos, aunque duraron poco. Barella filtró a Cristante dentro del área, que encontró a Dimarco para poner el 0-2 definitivo, un gol que significó el número 1.500 de la historia de Italia y el primero para el jugador del Inter con la camiseta de la absoluta.
El gol no mató, sin embargo, el ánimo de remontada de Hungría, que tuvo otra clarísima para recortar distancias nada más encajar el duro revés. Apareció de nuevo Donnarumma para hacerse, otra vez, gigante bajo palos y sacar sobre la línea el testarazo de Styles. No había manera de superar el muro de 1,96m de altura. Supo sufrir Italia en los últimos veinte minutos de choque, en los que se vio a merced de Hungría y en los que, además, intervino el VAR para revisar un empujón claro de Bastoni sobre Szalai, pero que el colegiado no consideró penalti en última instancia.
Qué partidazo … pero ambos perdieron
Las selecciones de Inglaterra y de Alemania recuperaron las buenas sensaciones para afrontar el tramo final de la preparación para el Mundial de fútbol de Qatar, tras firmar este lunes un empate (3-3) en Wembley, en un choque vibrante en el que locales y visitantes, tras una gris primera parte, se desmelenaron en la segunda mitad. Conscientes, tras los últimos malos resultados, de que un nuevo tropiezo podría enrarecer el ambiente a menos de dos meses para el inicio del Mundial de Qatar, tanto Inglaterra como Alemania afrontaron el duelo pensando más en minimizar los errores que en buscar la portería rival.
Pero si el conjunto germano se defendió acaparando el balón, como demostró el más del 60 por ciento de posesión que acumulaban los de Hans-Dieter Flick superado el ecuador de la primera mitad, el equipo inglés no dudó en protegerse refugiándose en las inmediaciones de su área en espera de poder sorprender al contragolpe. Un planteamiento que a punto estuvo de salirle bien a los de Gareth Southgate a los 25 minutos de juego en una galopada de Sterling tras un sensacional pase en largo de Luke Shaw.
Sin embargo, toda la calidad y precisión que el nuevo delantero del Chelsea demostró en el soberbio regate con el que se deshizo del central alemán Nico Schlotterbeck le faltó en la definición, tras ver como el portero Marc-André Ter Stegen evitaba el tanto con una magnífica intervención. Una ocasión que pareció animar definitivamente a Inglaterra, que hasta entonces había pasado desapercibida en ataque, que firmó en los siguientes minutos dos peligrosas aproximaciones.
Pero si a Phil Foden la faltó precisión para conectar el área con Harry Kane tras una bonita combinación del equipo inglés, al delantero del Tottenhamcareció del acierto necesario para enviar a las redes un remate de volea a la salida de un córner. Ocasiones a la que Alemania logró responder en el tiempo de prolongación de la primera mitad con un disparo desde fuera del área del centrocampista Joshua Kimmich que se marchó rozando el poste.
Un anticipo de lo que ocurrió a los cinco minutos de la segunda mitad cuando Alemania se adelantó en el marcador (0-1) con un gol de penalti de Ilkay Gündogan, tras una jugada que dejó al descubierto todas las carencias del central inglés Harry Maguire. El defensor del Manchester United tras regalar el esférico en la salida del balón a Jamal Musiala derribó en el interior del área al atacante alemán con una clara patada, que pese a pasar desapercibida en primera instancia para el colegiado, no pasó inadvertida para el VAR.
Un marcador que obligó a Inglaterra a adelantar sus líneas en busca del empate, lo que permitió a Alemania gozar de los espacios necesarios para explotar la velocidad de jugadores como Musiala o Timo Werner, que sustituyó a Jonas Hofmann tras el descanso. Espacios que no desaprovechó Alemania para doblar el marcador a los 67 minutos en una contra propiciada por una pérdida de Maguire que se encargó de culminar Kai Havertz con un sensacional disparo desde fuera del área que significó el 0-2. Sin embargo, cuando todo parecía más favorable para el conjunto germano llegó la reacción de Inglaterra, un equipo que no había anotado ni un sólo tanto en sus tres últimos partidos, que necesitó apenas tres minutos para igualar el marcador.
El tiempo que transcurrió entre el gol del lateral Luke Shaw, que firmó a los 72 minutos el 1-2 al rematar un centro de Declan Rice, y el tanto de Mason Mount, que firmó en el 75 el 2-2 al resolver con un magnífico remate de primeras una acción de Bukayo Saka. Dos tantos que avivaron la ambición del conjunto inglés que culminó la remontada a falta de siete minutos para la conclusión, gracias a un gol de penalti de Harry Kane, que estableció el 3-2 al transformar una pena máxima cometida por Nico Schlotterbeck sobre Jude Bellingham.
Toda una muestra de carácter del conjunto inglés, que quedó ensombrecida por el error del portero Nick Pope, que propició en el minuto 87 el gol del empate (3-3) del conjunto alemán, al dejar muerto un balón a los pies de Kai Havertz tras un remate lejano de Serge Gnabry. Aún pudo moverse el marcador todavía más, pero Marc-André Ter Stegen privó del gol de la victoria a los 90 minutos a Saka con una sensacional parada, que sentenció el definitivo 3-3, que permite afrontar a Inglaterra y Alemania con mejores sensaciones el próximo Mundial.