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 Franz Anton Beckenbauer cumple este viernes “Bodas de Brillantes” y las evocaciones de su figura oscilan entre la gloria del pasado y las sombras recientes que se desprenden de escándalos relacionados con la organización del Mundial de 2006 y también con la concesión de los Mundiales de 2018 y 2022.

 

 

Su nombre está irremediablemente ligado a la historia del Bayern Múnich y del fútbol alemán en general pero también a lo que se considera como la cara oscura del deporte profesional. Una ironía trágica es que los escándalos lo hayan alcanzado justo en momentos en los que su salud empezó a deteriorarse y tuvo que someterse a varias operaciones de corazón. «Todo lo de los últimos años me afectado mucho. Las operaciones, la historia de 2006. Veo que al final se ha visto que en realidad no pasó nada pero ha sido duro», dijo en una entrevista al diario «Bild», una de las pocas que ha concedido en estos días.

La idea de que, con respecto a 2006, no pasó nada es evidentemente demasiado optimista, si le leen las alusiones que se hacen del «Kaiser» en estos días. «Hoy la corrupción y la codicia están asociados a su nombre», señala, por ejemplo, un documental emitido por la Segunda Cadena de la Televisión Alemana (ZDF). El documental de la ZDF se esfuerza por mostrar tanto las distintas facetas de la carrera de Beckenbauer y, también, por establecer un vínculo entre su ascenso irresistible como el icono más grande del fútbol alemán en los años 60 y 70, su posterior trayectoria como entrenador y funcionario y, también, los escándalos posteriores.

«Hoy parece ser un prisionero del fútbol. Antes parecía flotar sobre todos los campos del mundo», dice en el documental su biógrafo Torsten Körner. El sistema, sugiere, terminó devorándolo y la opinión pública, que le perdonó todo durante décadas, ha caído sobre él desde que en 2015 salieron a la luz irregularidades durante el proceso en el que Alemania obtuvo la sede para el Mundial 2006.

 

Mito, leyenda

 

 

Beckenbauer creció en el barrio muniqués de Giesing y empezó a jugar con los infantiles del SC 1906 Múnich. En esa época el primer equipo de la capital bávara no era el Bayern sino el 1860 Múnich por el que el Beckenbauer estuvo a punto de fichar a los 13 años. «Crecí en Giesing y ese territorio era del 1860. El Bayern era un club de Schwabing y eso nos quedaba muy lejos», explicó Beckenbauer en una entrevista con la revista 51, exclusiva para los socios del Bayern.

Sin embargo, un episodio que se ha hecho célebre terminó llevándolo al Bayern. Gerhard König, jugador de las categorías inferiores del 1860, lo abofeteó en un partido y Beckenbauer decidió que nunca jugaría en ese equipo. Con la llegada de Beckenbauer al Bayern su ascenso como jugador y el ascenso del club hasta las más altas cumbres de Europa se entremezclan como si fueran una sola historia. Beckenbauer debutó en el primer equipo del Bayern en 1964, a los 18 años, en un partido que se saldó con una victoria por 4-0 ante el St Pauli y marcó un gol.

En 1965 el Bayern ascendió, con Beckenbauer, Sepp Maier y Gerd Müller, a la primera Bundesliga. En 1966 Beckenbauer ganó la Copa de Alemania con el Bayern y fue subcampeón mundial con su selección. En ese momento ya era un ídolo sin que hubiesen llegado todavía los éxitos más grandes de su carrera. Paul Breitner, compañero suyo en el Bayern, sostiene que con Beckenbauer el fútbol ganó mayor relevancia social en Alemania. Una anécdota que narra Rüdiger Zafranski hacia el final de su biografía del filósofo Martin Heidegger muestra la relevancia que llegó a tener en esos años la figura de Beckenbauer.

El director del Teatro Nacional de Friburgo de la época, cuenta Zafranski, se encontró con Heidegger en un tren y quiso empezar con él una conversación sobre literatura. Heidegger prefirió hablar de Beckenbauer al que calificó de «jugador genial» y de «invulnerable» en los duelos por el balón. Mientras tanto el Bayern, que hasta la fecha solo tenía un título, el de campeón alemán en 1932, se hizo grande. En 1967 los bávaros ganaron la Recopa que fue su primer título europeo. En el 69 Beckenbauer ganó su primera Bundesliga con el Bayern. Entre 1972 y 1974 el Bayern se convertiría en el primer equipo en ganar tres temporadas seguidas la Bundesliga y entre 1974 y 1976 ganaría tres veces seguidas la vieja Copa de Europa.

En el 72 Alemania se alzó con la Eurocopa, con Beckenbauer como capitán que también ganaría el Balón de Oro. En 1974, en Múnich, la Alemania de Beckenbauer se coronó campeona del mundo al derrotar por 2-1 a la Holanda de Cruyff que era favorita. Las tres Copas de Europa seguidas del Bayern y la derrota en la final de la Eurocopa en 1976 ante Checoslovaquia, con el legendario penalti de Panenka, marcaron el fin del primer capítulo de la leyenda de Beckenbauer que volvió a ganar el Balón de Oro y, en 1976, fichó por el Cosmos de Nueva York donde se encontraría con Pelé.

 

El dinero como factor

 

 

En la biografía de Beckenbauer hay un personaje clave llamado Robert Schwann. Schwann era gerente del Bayern cuando Beckenbauer fichó con el club y descubrió pronto que podría convertir a la nueva figura del club en una máquina de hacer dinero. Schwann, cuyo cargo en el Bayern al principio no era remunerado, se convirtió también en agente de Beckenbauer y le consiguió varios contratos publicitarios, lo que no era común en ese momento en el fútbol alemán. Alemania fue el último país de Europa Occidental en aceptar la profesionalización total del fútbol. Uwe Seeler, el antecesor de Beckenbauer como capitán de Alemania, tuvo que pedir vacaciones en Adidas para jugar el Mundial de 1970 en México.

Beckenbauer, amparado por Schwann, lo apostó todo al fútbol y pronto se convirtió en una máquina de hacer dinero. A Schwann lo llamaban «el señor 20 por ciento», en alusión al porcentaje que cobraba por cada contrato que le conseguía. El historiador Hans Woller, en un libro titulado «Gerd Müller o cómo el dinero llegó al fútbol», sostiene además que Schwann creó un sistema de pagos adicionales, a espaldas del fisco, para aumentar los ingresos de Beckenbauer y el resto de estrellas del Bayern Múnich. El sistema, además, contaba además con la complicidad de personas que pertenecían al gobierno regional bávaro.

En 1976 Beckenbauer se vio inmerso en el centro de un escándalo mediático después de que una revisión detectase que había ocultado al fisco ingresos por valor de 1,8 millones de marcos (unos 900.000 euros actuales). El ministro de Finanzas bávaro, según Woller, se ocupó de que el caso no pasara a mayores. «Beckenbauer se hizo grande en un sistema en el que todo le estaba permitido y terminó convencido de que era así», ha dicho Woller recientemente. Walter Beckenbauer, el hermano del «Kaiser», sostiene que Schwann creo un sistema en el que «Franz encontraba resueltos todos los problemas y eso le impidió hacerse adulto». La marcha al Cosmos pudo haber tenido que ver en parte con el escándalo de evasión fiscal y en parte con la separación de Beckenbauer de su primera esposa. Schwann tuvo que ver con el traspaso y terminó dejando el Bayern por conflicto de intereses. Una ironía del destino es que Schwann murió justo en 2015, el año en el que estalló el escándalo por las irregularidades del Mundial 2006.

 

 

Jugador y Técnico 

 

 

Entre 1973 y 1980 Beckenbauer ganó con el Cosmos tres ligas estadounidenses. De esos años en Nueva York queda además un retrato suyo hecho por Andy Warhol, que lo confirma como icono de la cultura popular. Y sus ingresos, por derechos de imagen y por aparición en anuncios publicitarios, siguieron aumentando. En 1980, tras verlo en un partido amistoso, Günter Netzer, que era el director deportivo del Hamburgo, lo convence para regresar a Alemania y fichar por el equipo hanseático. En 1982 Beckenbauer gana su última Bundesliga, esta vez con el Hamburgo.

En 1983 volvió a Nueva York, otra vez a jugar en el Cosmos pero pronto volvería a estar otra vez en el centro de los acontecimientos del fútbol en Alemania. En la Eurocopa 1984 que se disputó en Francia, la selección alemana, tras una derrota ante España, cayó eliminada por primera vez en su historia en la fase previa  lo que representó el final de la era del seleccionador Jupp Derwall «Solo Franz puede arreglar esto», tituló el diario «Bild» en su primera página lo que fue el comienzo de una campaña mediática.

Ni la Federación Alemana de Fútbol (DFB) había pensado en Beckenbauer como seleccionador ni Beckenbauer se había postulado para el puesto pero la fuerza de la campaña, y de los medios del grupo Alex Springer, terminaron imponiéndose. Beckenbauer no tenía licencia de entrenador pero tratándose de él eso no era un problema. La DFB puso a su lado primero a Horst Koppel y luego a Holger Osieck que asumieron nominalmente el cargo de «entrenadores federales» mientras que para Beckenbauer se creó el cargo de «Teamchef». Beckenbauer, sin embargo, era el que mandaba. Ya en 1974, como capitán, había tomado el mando después de la fase de grupos.

Su carrera como seleccionador terminaría con el título mundial en Italia en 1990. Tras la final, mientras los jugadores celebraban ante la tribuna, Beckenbauer empezó a pasearse solo por el campo con la medalla colgada al cuello. «Necesitaba calma para reflexionar y el único sitio donde no había gente era el campo», explicaría después, cuando las imágenes de ese paseo solitario se habían convertido en parte de la memoria colectiva alemana. Sepp Maier, el portero de 1974 y entrenador de porteros en 1990, dice que tras el título mundial como entrenador la sensación que tenía todo el mundo era que, de ser necesario, «Franz podría caminar sobre las aguas».

 

Hoy por hoy, realidad

 

 

Tras el Mundial 1990 Beckenbauer tuvo algunas experiencias en los banquillos. Primero en el Olimpia de Marsella y luego, en dos ocasiones, en el Bayern cuando asumió como interino en 1993, para relevar a Erich Ribeck, y en 1996, como sustituto del destituido Otto Rehagel. En 1991 se proclamó campeón alemán y dijo que ya no le hacía falta ganar nada más. En 1996 ganó la Copa de la UEFA aunque, tras dirigir al equipo solo en la final a la que había llegado con Rehagel, dijo que él no había tenido nada que ver «con eso» cuando los jugadores le pedían que cogiese el trofeo.

Sin embargo, en ese momento, Beckenbauer ya se había convertido ante todo en funcionario, sin dejar de percibir ingresos por derechos de imagen y contratos publicitarios múltiples. En 1991 había sido elegido vicepresidente del Bayern. En 1994 asumió la presidencia en la que se mantendría hasta 2009 sin dejar por eso de tener contratos publicitarios ni de trabajar como comentarista para la televisión y como columnista para el diario «Bild». Su siguiente gran proyecto fue llevar el Mundial a Alemania en 2006 y se puso al frente de la candidatura que terminó imponiéndose, lo que ayudó a agrandar su imagen de hombre bendecido por el éxito.

Después empezaron las sospechas de que el Mundial no se había conseguido solo con el carisma de Beckenbauer. Se detectaron flujos de dinero que fueron a parar a cuentas de Mohamed Bin Haman y de otros funcionarios. Además, la idea de que Beckenbauer había trabajado sin remuneración por la candidatura alemana se puso en duda. En esos años recibió dinero que, aunque él asegura que fueron honorarios por publicidad tuvieron que ver con el Mundial.

Después vino la muerte de su hijo Steffan, enfermedades varias que le impidieron declarar en el proceso que se seguía en su contra en Suiza y que al final terminó cerrándose por prescripción de los cargos. «En los últimos años todo se le vino encima», ha dicho Walter Beckenbauer. Desde entonces el «Kaiser» aparece poco en la vida pública, aunque se le ha vuelto a ver en la Allianz Arena en medio de la pandemia, y habla muy poco, sobre todo si se compara con los años en que era omnipresente en los medios de comunicación.

 

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